El misterioso sonido que guarda la pirámide de Kukulcán en Chichén Itzá
Puede que nunca sepamos si su origen fue accidental o intencional, pero el misterio que guarda la pirámide de Kukulcán en Chichén Itzá es realmente mágico y sorprendente.
Los vínculos entre la pirámide principal de Chichén Itzá, conocida como la Pirámide de Kukulkán, y el ave quetzal se apoyan en el hecho de que Kukulkán era una deidad maya, la serpiente emplumada (generalmente conocida en el centro de México como Quetzalcóatl).
Las representaciones de Kukulkán a menudo muestran largas plumas de quetzal. La construcción de la pirámide es tan precisa que en los equinoccios, el sol arroja una sombra ondulante por la escalera dando similitud al cuerpo de una serpiente.
Los visitantes a la pirámide comentan a menudo en los escalones de subida a la pirámide que se escuchan sonidos extraños que no saben distinguir. Por esa razón se hicieron mediciones y cálculos para conocer mucho más sobre los chirridos que producen este efecto acústico. Después de este estudio se descubrió que la escalera esta construida de tal manera que puede producir eco.
Los pasos de las personas al subir generan sonidos que se desplazan a lo largo de las escaleras de la pirámide, los ecos sucesivos tienen un retraso y llegan con diferentes frecuencias. El resultado final es que el eco suena muy similar al de un pájaro quetzal.
El sonido puede oírse aún hoy en día, de pie delante de la pirámide y haciendo un solo aplauso. El eco resultante, desde la escalera de la pirámide, es inusual, sonando como un chirrido. Esta ave, se describe como “el pájaro más espectacular en el Nuevo Mundo” antes era común en la selva que originalmente envolvía toda esta región. Los pájaros Quetzal eran sagrados para los mayas, y sus plumas eran muy apreciadas.
A partir de tres o cuatro metros de frente a la escalera, el canto es claro. De más atrás, la diferencia de frecuencias es pequeña y el efecto acústico resulta menos obvio.
Así, la próxima vez que estés en Chichén Itzá, trata de llegar antes de las multitudes, prueba a dar un aplauso y escucha el eco. Al hacerlo piensa en los antiguos mayas que hacían esto mismo hace 1300 años. Tal vez ellos también se maravillaron ante el resultado.
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