Alcalá del Júcar y sus casas cueva
En la provincia de Albacete se encuentra Alcalá del Júcar, un pueblo pequeño y encantador, declarado Conjunto Histórico-Artístico, y dentro de la lista de los pueblos más bonitos de España. Sus famosas casas cueva son dignas de ver.
Alcalá del Júcar se encuentra a unos 65 kilómetros de Albacete capital. Posee una situación privilegiada en medio del impresionante paisaje del Parque Natural de la Hoz del Júcar, del todo atípico respecto a la seca llanura castellana. Éste se creó hace siglos por la acción erosiva de las aguas del río Júcar, cuyos meandros serpentean entre cañones de paredes que llegan a superar los 100 metros de altura en algunas zonas. Posee diferentes caminos para senderistas y ciclistas.
Llegar por carretera a las inmediaciones de Alcalá del Júcar ya es un regalo para los ojos, y parar en alguno de sus mirados se hace obligado, contemplando cómo el pueblo se levanta sobre uno de los lados del peñón. Justo a la entrada del mismo, antes de que la carretera cruce uno de los puentes sobre el río Júcar, hay un gran aparcamiento gratuito.
Vistas desde la carretera de acceso a Alcalá del Júcar
Alcalá del Júcar fue una fortaleza musulmana alrededor del siglo XII, época en la que se levantó el torreón o castillo de defensa. Más tarde, tras la reconquista, perteneció al importante estado de Villena.
Su economía se basa ahora en la agricultura y, especialmente, en el turismo. Y no es de extrañar, pues está considerado uno de los pueblos más bonitos de la geografía española, lleno de viviendas escavadas en la roca o casas cueva.
El día iba a ser caluroso, así que decidimos, mis padres y yo, que en aquella ocasión me acompañaron, subir primero al castillo, paseando por las estrechas calles del pueblo entre sus casas pintadas de blanco. La iglesia parroquial estaba cerrada, y cerrada siguió el resto de la mañana, así que no pudimos verla. Lo más curioso era su cúpula verde.
El castillo abre sus puertas a las 11:00 de la mañana, y su entrada cuesta 2 euros. Llegamos justo a esa hora. En el primer piso hay información sobre la historia de Alcalá del Júcar, y en el segundo, una exposición temporal de fotografía. Su parte más alta proporciona vistas espectaculares de la villa, el río y el paraje que los rodea.
Vistas desde el castillo de Alcalá del Júcar
Vistas desde el castillo de Alcalá del Júcar
Vistas desde el castillo de Alcalá del Júcar
Deshicimos el camino entre las callejuelas del pueblo buscando alguna de las famosas cuevas de Alcalá del Júcar. Comenzamos con la cueva de Masagó, excavada en la montaña y atravesándola de un extremo a otro. Su propietario la amplió y restauró años atrás, y ahora aloja un restaurante, un bar, y un pequeño museo numismático, de utensilios de labranza antiguos y fósiles. Posee una temperatura constante todo el año, y sus vistas hacia el valle y el río son magníficas.
La entrada cuesta 3 euros, e incluye una consumición. Mientras la tomábamos, el dueño nos contó cómo se vive en esas casas cueva, cómo remodeló la suya, y cómo hacía para transportar la mercancía hasta la cueva, pues los vehículos no caben por las calles.
Para salir de la misma, tuvimos que bajar decenas de escaleras por otro túnel mucho más largo y oscuro que nos llevó hasta casi la base de la parte antigua del pueblo.
Restaurante de la cueva Masagó
Túnel hacia abajo de la cueva Masagó
Aunque no las vimos, las otras dos cuevas más populares de Alcalá del Júcar son las siguientes:
Cueva del Rey Garadén, que con el nombre de aquel antiguo rey musulmán que dominaba el castillo, cuenta con alrededor de 750 años de historia. Servía de cobijo a los centinelas que se aseguraban del pago aduanero de todo aquel que quisiera pasar por allí. El túnel posee unos 170 metros, y su entrada se encuentra en mitad del casco histórico.
Justo debajo se encuentra la cueva del Diablo, que también cruza de lado a lado el peñón donde se asienta el pueblo y es de propiedad privada. Aquel día no se encontraba abierta, aunque supusimos que no diferiría mucho de la que visitamos.
Bajamos hasta el río Júcar, cruzando hacia el otro lado del pueblo a través del Puente Romano. En realidad, el actual se construyó en el año 1771. Se dice que en el pasado sí existió un puente de origen romano, que durante la Edad Media cobró importancia como paso aduanero entre Castilla y Levante.
Río Júcar a su paso por Alcalá del Júcar
Puente Romano de Alcalá del Júcar
Por último, nos acercamos hasta la plaza de toros de Alcalá del Júcar, una de las más antiguas de España, pero con una curiosa y singular arquitectura irregular que la hace única. Se desconoce su fecha de construcción, aunque hay escritos de principios del siglo XX que la mencionan. Es bastante pequeña comparada con otras plazas, y el estado actual del edificio no me pareció el mejor. Estaba cerrada, y escalé un pequeño terreno arbolado por detrás para intentar ver algo más de su interior, sin conseguirlo.
Mientras caminábamos de vuelta hacia el aparcamiento, vimos otro tipo de viviendas escavadas en la roca, utilizándola como estructura de las mismas.
Viviendas escavadas en la roca
En resumen, Alcalá del Júcar y sus casas cueva es una visita muy interesante que se puede hacer en una sola mañana, en medio del paraje espectacular que proporciona el Parque Natural de la Hoz del Júcar.
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