lunes, 1 de mayo de 2017

Marruecos


10 cosas que deberías hacer en Marruecos

1. Piérdete en una medina

Las medinas son las antiguas ciudades y están habitualmente rodeadas de murallas y torres. No dudes en perderte por sus laberínticas y angostas callejuelas, en las que se mezclan las viviendas tradicionales de la gente local con mezquitas, jardines, zocos y madrazas, ofreciendo un espectáculo único en el mundo.

«Donde fueres haz lo que vieres» y Marruecos no es una excepción. Recuerda que es un país musulmán, por lo que tendrás que adaptarte a sus costumbres, como por ejemplo cubrir tus hombros y rodillas en zonas públicas.

2. Regatea en los zocos

El regateo forma parte de la cultura nacional marroquí. Durante tu estancia en el país vecino, vas a tener que negociar el precio final de prácticamente cualquier compra o, lo que viene a ser lo mismo, regatear. Ya no solo en los zocos, sino también con taxistas o conductores de calesas.

Debes tener en cuenta que la mayoría de los lugares no aceptan tarjetas de crédito, pero los precios suelen ser negociables. También es muy común que la gente local se acerque a ayudarte y luego te pida una propina. Para estos casos es mejor aclarar de antemano el «costo del servicio». En caso de que vayas acompañado, será mejor que juegue este rol aquél que tenga una mayor habilidad para la negociación, guardando siempre el buen humor y el respeto.

3. Prueba la cocina marroquí

Son muchos los platos tradicionales que componen la deliciosa y amplia gastronomía marroquí, apta también para vegetarianos, que como viajero encontrarás a lo largo y ancho del país, desde puestos callejeros a restaurantes con estrellas Michelín.

Entre las opciones más frecuentes, te recomendamos que no dejes escapar la oportunidad de probar alguno de los siguientes:

El tajine, un guiso de cocción muy lenta que le debe su nombre al recipiente de barro con una tapa de forma cónica en el que se cocina y posteriormente se sirve

El cuscús en todas sus variedades: pollo, cordero, pescado o verduras

La bastela, una mezcla de dulce y salado, hecha con capas de hojaldre rellenas de láminas de carne, intercaladas con una pasta de almendra, especiada con canela y azúcar

4. Comparte un té con gente local

El perfume del té de menta es un aroma característico de las calles de Marruecos. Es muy común que los marroquíes te inviten un vaso de té cuando llegues a una casa, en un restaurante o incluso cuando entras a una tienda a regatear. Para ellos es una muestra de respeto y hospitalidad hacia el extranjero, así que sería muy descortés no aceptarlo.

Por lo general se sirve en pequeños vasos de caña decorados con diversos colores y posee un intenso sabor dulce. Usan la menta como refrescante para ayudar a paliar el efecto del calor que generalmente hace en Marruecos.

5. Alójate en un riad

Si bien puedes encontrar hoteles occidentales, alejarte en un riad es siempre una opción diferente y generalmente más económica. Los riads son antiguas casas-palacio de arquitectura tradicional, restauradas y convertidas en hoteles de 5 o 6 habitaciones, distribuidas en pocas plantas y entorno a un jardín o patio interior al aire libre.

Suelen disponer de una terraza adaptada en su azotea, en la que podrás disfrutar de una buena comida o desayuno. Desde éstas podrás contemplar vistas de la ciudad e incluso las salidas y puestas de sol: un espectáculo que te dejará sin palabras.

Ten en cuenta que hay riads para todos los gustos y bolsillos, por lo que su precio variará en función de los servicios que ofrezcan. Muchos de ellos disponen de piscina, sauna, salones y otros servicios en caso de que busques un mayor confort.

6. Pasa una noche en el desierto

Una de las mejores experiencias que uno puede vivir es pasar una noche en el Sahara, ya sea en el interior de una jaima (tienda de campaña nómada) o sencillamente à la belle étoile, cubierto por un manto estrellado que abarca todo el horizonte. El silencio de esa mágica noche te ensordecerá y la guinda del pastel estará al final de la noche, con la salida del sol al final de las dunas. Mejor final, imposible.

Adentrarse en el Sahara desde Marruecos es relativamente fácil: basta con que te dirijas hacia Merzouga, uno de los pueblos situados a los pies de la región arenosa de Erg Chebbi, desde donde obtendrás las clásicas imágenes del desierto. Este erg abarca una región de 110 km² de arena fina con forma de dunas, entre las que destacarían la Gran Duna, con una altura de 150 metros.

7. Visita una madraza

Las madrazas son escuelas donde se imparten enseñanzas religiosas además de las clásicas asignaturas. También es el lugar donde habitan los estudiantes que llegan de otras regiones. Por lo general, tienen un patio central con una fuente y varias habitaciones en torno al mismo, dedicadas al estudio o a los dormitorios de los estudiantes.

En Marrakech se encuentra una de las madrazas más famosas y hermosas del mundo islámico: la madraza de Ben Youssef. Si tu destino es Fez, no puedes dejar de visitar la madraza Bou Inania.

8. Visita una mezquita

Durante tu estancia en Marruecos deberás visitar alguna mezquita, aunque has de tener en cuenta que el ingreso no siempre te estará permitido, ya que las mezquitas son los lugares de culto de los musulmanes y un símbolo de fe. Suelen estar decoradas con dibujos, tallas geométricas y florales e incluso caligrafía islámica.

9. Admira su arquitectura

Uno de los principales atractivos de Marruecos es su arquitectura: una mezcla exótica de estilos del África Negra e islámico, aunque este último tenga un componente más fuerte. Marruecos es un país fiel a sus antiguas tradiciones y culturas, donde incluso los edificios modernos conservan sus raíces arquitectónicas, logrando así modernizar sus ciudades sin perder la riqueza y la belleza de su pasado.

No solo vas a poder observarlo en las fachadas de los edificios, sino también en sus patios y jardines, en los que resaltan los contrastes y colores profundos. Patrones geométricos, hechos mayormente con mosaicos, son muy comunes de encontrar en la arquitectura marroquí.

10. Conoce la costa atlántica

Después de recorrer el caluroso Sahara y las grandes ciudades, nada te apetecerá más que escaparte a la costa atlántica. Essaouira es una de las favoritas para viajeros independientes y uno de los lugares dignos de hospedarse varios días.

Enmarcada por una fortificación portuguesa de principios de siglo XVI, la fotogénica ciudad de Essaouira te brindará la posibilidad de pasear por las hermosas calles de su medina, cuyas casas están pintadas de blanco y azul, cuando no estés disfrutando de sus tranquilas aguas, ya sea tomando el sol o practicando alguna actividad acuática.


México


10 lugares de México que no te puedes perder

1. Ciudad de México

La Ciudad de México, Distrito Federal, el D.F. o en su forma abreviada México, D. F., es la capital del país y una de las ciudades más grandes del mundo. Tal vez por su inmensidad, su oferta es de lo más variada.

La plaza de la Constitución, más conocida como «El Zócalo», puede ser un buen punto de partida para recorrer su centro histórico. El Museo Nacional de Antropología, el Castillo de Chapultepec, el Palacio de Bellas Artes, la Catedral y la Casa de los azulejos son algunas de las cosas que no puedes dejar de visitar. Para los amantes del arte, en las paredes del Palacio Nacional, se pueden admirar magníficos murales de Diego Rivera. También se puede visitar «la Casa Azul» o Museo Frida Kahlo, lugar que fue residencia de la conocida pintora.

Entre tanta urbanización, si lo que uno desea es un poco de contacto con la naturaleza, el bosque de Chapultepec, con sus más de 600 hectáreas, es el lugar ideal. Deja que el encanto chilango te seduzca.

2. Teotihuacán

La zona arqueológica de Teotihuacán es uno de los complejos más impresionantes del mundo. Se encuentra a unos 50 kilómetros de la Ciudad de México y se la puede visitar en un paseo de un día desde la misma.

También llamada «Ciudad de los dioses», Teotihuacán fue un poderoso centro político, militar, económico y cultural, que influenció a toda Mesoamérica. En el paseo por la llamada «Calzada de los Muertos», verás sus antiguas construcciones, entre las que destaca la más alta: la pirámide del Sol. Subiendo por sus 243 escalones podrás disfrutar de una maravillosa vista de los restos de la ciudad.

3. Puerto Escondido

En la costa del Pacífico mexicano está Puerto Escondido, un paraíso para los amantes del surf. Entre sus playas, la llamada Zicatela es la más famosa por su oleaje intenso para practicar este deporte. Sin embargo, también se pueden encontrar playas de aguas tranquilas donde poder nadar y disfrutar del sol.

De cuando era un pueblo de pescadores conserva su aire pintoresco y un tanto rústico. Además, gracias a la abundante flora y fauna de la zona, es un lugar ideal para practicar pesca deportiva, snorkel y buceo.

4. Oaxaca

La ciudad de Oaxaca, capital del estado homónimo, es una de las ciudades coloniales más bellas del país: sus edificios históricos, sus mercados de artesanías, su deliciosa comida regional y, sobre todo, la calidez de su gente, hacen de este destino un lugar imprescindible. Al recorrer sus calles y pasear por sus mercados, sentirás su cultura, disfrutarás de sus olores y sabores y aprenderás de sus costumbres.

Además, no puedes dejar de visitar dos de sus grandes tesoros: el ex convento de Santo Domingo, edificado en el siglo XVI y hoy convertido en museo, y la basílica de la Soledad, una obra fascinante del estilo barroco.

5. Tulum

Situada en la península de Yucatán a orillas del mar Caribe, Tulum posee la única zona arqueológica del país que se encuentra junto a la playa. Los mayas construyeron sobre un acantilado lo que fue una de sus ciudades más ricas y que hoy representa uno de los mayores atractivos de la zona.

En Tulum no hay grandes cadenas hoteleras ni centros comerciales. Todas sus construcciones intentan respetar el entorno natural del lugar y sus playas continúan siendo casi vírgenes. Esto la convierte en el destino ideal para quienes desean estar en un lugar tranquilo y en contacto con la naturaleza. A unos pocos kilómetros, podrás visitar unos pozos naturales de agua dulce llamados «cenotes», en los cuales se puede practicar actividades acuáticas como snorkel y buceo.

6. San Cristóbal de las Casas

San Cristóbal de las Casas es una pequeña ciudad, de las que te invitan a recorrerla a pie. Más allá de visitar sus edificios emblemáticos, lo mejor es pasear por sus calles empedradas y apreciar su arquitectura, en la que destacan sus tejados, balcones y fachadas que pueden transportarte siglos atrás. Considerada «pueblo mágico», San Cristóbal es de esas ciudades que enamoran y que invitan a relajarse.

Una buena opción desde aquí, es realizar una excursión de un día al Cañón del Sumidero, un recorrido en lancha a través de acantilados de hasta mil metros, donde estarás rodeado de pura naturaleza.

7. Cabo San Lucas

Donde el mar de Cortés se une al océano Pacífico se encuentran las playas del cabo San Lucas, que ofrecen opciones para todos los gustos. Practicar surf, snorkel, buceo, pesca o incluso avistar ballenas entre diciembre y marzo es posible.

Su clásica postal es «el Arco», una formación rocosa con forma de arco creada por la naturaleza. Se encuentra junto a la llamada «playa del amor», a la que solo se accede por agua, lo que la convierte en una de las más tranquilas de la zona.

Además de contar con una de las más importantes infraestructuras hoteleras del país, este destino cuenta con varios campos profesionales de golf, donde se desarrollan torneos internacionales cada año.

8. San Miguel de Allende

Pintoresco y colorido, San Miguel de Allende es de esos lugares que invitan a una estancia prolongada. Tal vez por esa razón, otra de las cosas que llama la atención es su población cosmopolita.

En sus calles se respira un aire bohemio, lleno de arte y cultura. Difícilmente no te enamores de sus numerosas galerías de arte, museos, iglesias y casas de estilo colonial. Aunque caminar es la mejor opción para recorrerla, subirse al tranvía que recorre los principales puntos de la ciudad es una buena alternativa, al final del recorrido te dejará en un mirador con increíbles vistas de la ciudad.

Por último, si deseas escaparte un rato de la ciudad, a unos 15 minutos encontrarás balnearios de aguas termales donde liberarte del estrés o hacer algún tratamiento para la piel. Y si San Miguel de Allente de gusta, no te pierdas el encanto colonial y los colores de Guanajuato.

9. Puerto Vallarta  

Puerto Vallarta combina historia, arte, montañas y playas. A pesar de que la ciudad ha crecido mucho en los últimos años, el centro histórico intenta conservar las características del pueblo original con calles empedradas, casas blancas y tejados rojos.

En él también se pueden encontrar numerosas galerías de arte con variadas exhibiciones de artistas nacionales e internacionales. El famoso malecón, ubicado entre la ciudad y el mar, es con sus numerosas esculturas, otro espacio para conectarse con el arte.

No solo podrás disfrutar de sus playas, pues las montañas que rodean a Puerto Vallarta invitan a realizar otro tipo de actividades como paseos a caballo, avistamiento de aves, caminatas por la selva o recorridos en bicicletas de montaña.

10. Guadalajara

Guadalajara es una de las ciudades más grandes de México. A raíz de este crecimiento, muchos de sus antiguos edificios han sido remplazados por modernas construcciones, aunque los más importantes se han mantenido, sobre todo en su centro histórico. Merecen una visita el Instituto Cultural Cabañas y el teatro Degollado.

La ciudad es la cuna de dos de los símbolos de la cultura del país: los mariachis y el tequila. Los músicos tienen incluso su propia plaza en la ciudad, donde ofrecen espectáculos en vivo continuamente.

Si lo que deseas es escapar del bullicio de la ciudad, puedes abordar el «Tequila Express», que te llevará, en un viaje de ida y vuelta en el mismo día, a recorrer casas tequileras para aprender sobre la historia y el proceso de destilación del que es considerado mejor tequila del mundo.


Guatemala


Qué ver en Guatemala: 6 enclaves únicos para descubrir el país maya

1. Ciudad de Guatemala

Punto de partida para recorrer el país, la cosmopolita ciudad de Guatemala, actual capital, muchas veces es la gran olvidada por el viajero ya que a priori no ofrece los atractivos de otras zonas como Atitlán, Antigua o Tikal. No obstante, merece por lo menos un día completo. Con apenas doscientos años de historia, Ciudad de Guatemala está dividida en zonas, siendo la parte más antigua la zona 1, el núcleo duro con la mayoría de cosas que deberías ver. Aquí se encuentran la plaza central con la catedral y el Palacio de Gobierno de estilo neoclásico de fondo; la mayor parte de la actividad cultural, museos, teatros y salas de concierto, además de la sexta avenida, una calle comercial muy concurrida y arteria central de la ciudad.

Crédito fotografías © Bisual Studio

2. Antigua, ciudad colonial

En Antigua, tres volcanes de más de 3.000 metros de altitud delimitan el paisaje de una de las ciudades coloniales mejor conservadas de América Latina. La que fuera primera capital de Guatemala (hasta que en 1776 sufriera un terremoto devastador) se encuentra a menos de una hora en coche de la actual capital, Ciudad de Guatemala, y es una visita imprescindible en cualquier recorrido por el país. Antigua es una ciudad que ver y por donde pasear entre iglesias barrocas, grandes haciendas de fachadas enrejadas y casas coloniales con patios repletos de flores. Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1979, esta colorida ciudad ha sabido mantener la esencia de la última época del Imperio colonial.

Crédito fotografías © Bisual Studio

3. Lago Atitlán

Cuando uno llega al departamento de Sololá descubre que ha aterrizado en el corazón del mundo maya. En el altiplano guatemalteco todo gira en torno al lago Atitlán, donde doce coloridos pueblos indígenas se asientan a lo largo de su ribera. Cercado por tres colosales volcanes, el Tolimán, el Atitlán y el San Pedro, la única manera de visitar la sosegada vida de estas poblaciones es viajando en lancha desde Panajachel, la mayor de las poblaciones que rodean al lago y puerta de entrada a Atitlán. Desde el muelle de Panajachel, el viajero podrá coger una lancha y conocer el resto de aldeas circundantes como Santiago, San Pedro o Santa Catarina. Pequeñas joyas mayas escondidas en las aguas del lago. ¿Todavía no sabes que el Lago Atitlán es uno de los lugares que tienes que ver en Guatemala sí o sí? Échale un buen vistazo a las fotografías y deja que sean ellas las que te convenzan.

Crédito fotografías © Bisual Studio

4. Chichicastenango

En esta ciudad sagrada del departamento de Quiché situada a más de dos mil metros de altitud, el viajero quedará fascinado. Rodeada de valles y montañas, Chichicastenango parece aislada en el tiempo y el espacio del resto de Guatemala. Calles estrechas y empedradas y tejados rojizos conforman el mapa de esta ciudad. Pero lo que la caracteriza en verdad es la explosión de colores que tiene lugar cada jueves y domingo, cuando multitud de vendedores artesanales y turistas acuden en tropel al enorme mercado de Chichi. La cestería, la cerámica, los tejidos tradicionales, las flores y las verduras se conjugan con la variedad cromática de los atuendos indígenas, cada uno de los cuales, indica la procedencia de quien los viste. A pocos metros del mercado, se encuentra la Iglesia de Santo Tomás. Un templo erigido sobre las ruinas de una antigua pirámide maya, de la cual aún se conserva su escalinata y lugar sagrado entre chamanes y locales.

Crédito fotografías © Bisual Studio

5. Livingston

Con cerca de trescientos kilómetros de costa frente al Pacífico y un rinconcito caribeño, no podemos dejar de incluir un lugar costero en nuestra lista de lugares que ver en Guatemala. Totalmente distinto al resto del país y resguardado por la jungla y la bahía de Amatique, encontramos el pueblo de Livingston. Aquí, el olor dulzón de las frutas tropicales y la música reggae impregnan el ambiente de la localidad más popular de la zona costera del Caribe guatemalteco. Livingston fue colonizada por diferentes etnias entre las que destacan laos garífunas de ascendencia afrocaribeña, los indios y los q’eqchi, descendientes de los mayas.

Y a diferencia de cualquier otro lugar en Guatemala, este pueblo garífuna fascinante en sí mismo también tiene la atracción de un par de buenas playas y su ubicación al final del viaje por el río de Río Dulce.

Crédito fotografías © Bisual Studio

6. La selva del Petén: Tikal

En el norte de Guatemala, frontera con México  sumida bajo la densa selva del Petén, yace la ciudad maya de Tikal. Uno de los centros arqueológicos más importantes del mundo. Descubierta en 1848, Tikal se ha convertido en el estandarte de Guatemala y “el” lugar que ver. Seguro que te suenan las dos pirámides enfrentadas de la Gran Plaza (el Gran Jaguar y el de Las Máscaras), ya que son las más retratadas de la arquitectura maya. Un océano verde de dieciséis kilómetros cuadrados formado por cedros y caobas de más de cincuenta metros de altura y más de cuatrocientas especies de aves sumergen al viajero en una apabullante viaje por los centenares de complejos ceremoniales y astronómicos tales como Yaxhá, Ceibal o El Mirador, el más misterioso de ellos.

Crédito fotografías © Bisual Studio

Kok Tao, Thailandia


10 cosas que hacer en Koh Tao, la isla de moda en Tailandia

Aprender a bucear

El buceo es la actividad estrella de Koh Tao. La visibilidad de sus aguas y la gran biodiversidad de sus fondos marinos junto con unas condiciones económicas inmejorables han sido razones más que suficientes para convencer a novatos y veteranos de venir a sumergirse a esta parte del planeta. Si no tienes ni idea de buceo comienza con un bautismo (precio 1900 baths, 44 euros), y si te gustan las sensaciones continua con un curso Open Water (7600 baths, 180 euros). Sin ya tienes experiencia o el Open Water sacado puedes hacer el Advanced (7000 baths, 165 euros) o, sencillamente, inmersiones de recreo o fun dives (desde 850 baths 20 euros). Estos precios corresponden a IHASIA, una escuela regentada por un brujo madrileño donde uno se puede uno formar íntegramente en castellano. Los del resto de empresas de buceo son muy similares pero como siempre busca, compara y elige la que más te guste.

Esnórquel o buceo con tubo

Si tienes claro que las profundidades no son lo tuyo, existen otras formas de disfrutar de los tesoros que el mar esconde. De todas ellas el snorkel es quizá la mejor. En Koh Tao las aguas están tan claras que los peces se ven a simple vista, pero si te pones unas gafas y un tubo alucinarás. No serías el primero en cruzarte con una tortuga o un tiburón pequeñito e inofensivo en la Shark Bay. En muchos hoteles y resorts podrás alquilar tuvo y gafas por unos 50 baths (un euro y poco), también aletas si gustas por otros 50 baths más. Si quieres tus aparatos propios puedes adquirirlos por un módico precio en cualquiera de las tiendas de la zona. Si prefieres algo más elaborado que meterte con el tubo y las aletas desde la orilla puedes contratar una excursión de snorkel que incluya paseo en barco, visita a varios puntos de inmersión, y café, te, galletas y piña para almorzar. Una forma diferente de descubrir los encantos de esta isla tropical.

Tostarte en la playa

Si pasas del buceo y del snorkel tostarte en la playa siempre es una buena opción. Por supuesto siempre con protección solar que aquí el Lorenzo pega con fuerza. Encontrarás multitud de arenales en Koh Tao. El de Sairee es probablemente el más grande, pero también el más tomado por los turistas, sobre todo alemanes e ingleses. Para más tranquilidad y ambiente español túmbate al sol en Chalok Baan Kao o, mucho mejor, en su Freedom Beach. Si buscas paz apuesta por las calas del este: Tanote Bay, Mao Bay o Ao Luek pueden ser una opción.

Masaje con aceite de coco

Nada mejor para después de una jornada de buceo y sol que un masaje tailandés. Los salones de masaje son de los pocos servicios que mantienen precios de otras partes del país, como Bangkok o Chiang Mai. Aquí además de la carta típica está muy extendido el masaje en aceite de coco (300 baths, 7 euros), una opción muy reparadora e hidratante después de un duro día de playa. Tu piel lo agradecerá.

Paseos y rutas

Muchos son los que alquilan una moto para moverse en Koh Tao lo cual en muchas ocasiones desemboca en finales magullados. La orografía escarpada de la isla y el mal estado de las carreteras, muchas de gravilla o arena, hacen que lo que en principio parece una buena idea acabe por convertirse en una pesadilla cuando no en accidente. En realidad, no hay necesidad de alquilar moto en este lugar, sus pequeñas dimensiones (21 kilómetros cuadrados) hacen que sea cómodo moverse por ella andando. Móntate tus propios trekkings para descubrir sus rincones secretos y procura no intentar dar la vuelta a la isla por mucho que en el mapa aparezca un camino, está en pésimo estado, cruzarlo se me antoja temerario aún con quad. Si te cansas de caminar siempre podrás pedir un taxi que te lleve de vuelta a tu hotel.

Clases de Muay Thai

Da rienda suelta al Jackie Chan que llevas dentro con una clase de muay thai. Las tienes desde 500 baths (12 euros) en el May Thai Gym Koh Tao, aunque el precio se reduce si contratas un curso, te apuntas varios días o vas en grupo. Si eres más de ver que de pegar puedes asistir a un combate que depende del día y de los luchadores podrá ser mejor o peor, aunque nunca el mejor del país.

Tatuajes de bambú

Si quieres llevarte un recuerdo marcado en la piel aprovecha y tatúate con bambú. La herida sana mucho mas rápido y podrás mojarla mucho antes que si te hicieras un tatuaje normal. En la zona de Chalok Han Kao hay una tienda de rastafaris que estarán encantados de grabarte lo que quieras por un módico precio. Happy trabaja con bambú y con maquina, siempre con una sonrisa en la cara y un how are you, have a nice day. La pajita con la que te dibujen la hacen ante tus ojos para demostrarte que es nueva y luego te la dan de recuerdo si quieres pues nunca la volverán a utilizar.

Comerte un pincho de tortilla

Si, has leído bien. En Koh Tao puedes comerte un pintxo de tortilla de patatas en condiciones. Los encontrarás en el Bizarro, un restaurante regentado por un simpático catalan muy frecuentado por turistas y expats españoles. La carta es extensa y la cocina excelente, te parecerá estar comiendo en casa. Gazpacho, albóndigas, bravas, pan con tomate... Las paellas que preparan son de escándalo, ¡ya quisieran muchos chiringuitos de Valencia! Échale que pagas 200 baths por ración (unos 4,7 euros), pero será un dinero más que bien empleado. De postre tienen torrijas aunque si te gusta el chocolate encarga el coulant, está exquisito. Abierto todos los días a partir de las 18.30.También tienen vino, sangría y tinto de verano y, si hay suerte, concierto.

Visita a Koh Nang Yuan

Cuando en Google escribes Koh Tao las primeras imágenes que te aparecen son las de Koh Nang Yuan, una diminuta islilla idílica y casi desierta que está justo al lado. Puedes disfrutar de ella de múltiples formas. La más extendida es tomar un barco taxi (longtail) o, directamente, contratar una excursión (desde 700 baths, unos 16 euros) que generalmente incluye alguna actividad como snorkeling o visita a otros lugares. Para ver el sitio sin perder dinero puedes acudir al mirador del Dusit Buncha Resort desde donde se disfruta de una vista fantástica y a remojo. Los más valientes y en forma pueden cruzar de Koh Tao a Koh Nang Yuan en kayak, aunque esta es una opción solo para muy valientes y muy en forma que sepan nadar bien.

Excursión a Koh Phangan

Si prefieres una excursión más consistente desde este enclave puedes llegar fácilmente a Koh Pangan, la isla vecina. Todos los días salen para allá dos catamaranes rápidos, uno a las 9:30 y otro a las 15:00 horas. El trayecto dura aproximadamente 60 minutos y el billete de ida cuesta 500 baths (casi 12 euros). Conviene reservar el ticket con anterioridad, especialmente si quieres ir en época de Full Moon Party cuando los turistas acuden en masa allá. Aunque se puede hacer en un día, lo recomendable es reservar un par de ellos para descubrir adecuadamente el lugar.

San Fruttuoso, Liguria, Italia

https://youtu.be/6vvBRmUoIJU

Jengibre beneficios

Jengibre

Aunque siempre ha estado ahí (como ingrediente especial en muchas infusiones o en las más que conocidas galletas de jengibre), ha sido la fiebre detox la que le ha colocado en el top ten de los alimentos healthy. Es el ingrediente estrella de un sinfín de licuados.

¿Qué te aporta? ¿Por qué debes incluir en tu dieta esta planta milenaria? Porque será tu aliado en días de estrés, te ayudará a mejorar tus migrañas y disminuirá tu dolor cuando la regla te esté echando un pulso (entre otras muchas cosas más). Es el nuevo must de tu despensa. Conócelo.

Este antiinflamatorio natural es rico en aceites esenciales, vitaminas, minerales, antioxidantes y aminoácidos e incluirlos en tu dieta trae consigo un sinfín de beneficios.

He aquí los principales:

Facilita la digestión. Se utiliza para el tratamiento de la dispepsia, empacho o indigestión. Ayuda a combatir la hinchazón de abdomen por gases y combate la flatulencia.

Disminuye las náuseas y vómitos. Algunos expertos lo recomiendan para disminuir los episodios de vértigo.

- Tiene propiedades antivirales, por lo que te ayudará a prevenir la gripe, sinusitis, tos y episodios de fiebre. Además, favorece la expectoración.

- Mejora el flujo sanguíneo, favorece la circulación y previene de enfermedades cardiovasculares.

- Disminuye los dolores musculares, reumáticos y menstruales gracias a su poder antiinflamatorio.

Combate el envejecimiento de tu piel. Por su poder antioxidante ayuda a rejuvenecer y a combatir los radicales libres, que causan el deterioro de tus tejidos.

- Reduce los niveles de estrés y es un antidepresivo natural (estimula la producción de endorfinas).

- Es un afrodisíaco natural, aumenta la libido.

¿Cómo tomarlo? En infusiones, licuados (zumos detox), ensaladas, guisos o postres; ya sea en polvo, fresco, seco, en tabletas o jarabes.

Recuerda que tiene un sabor fuerte (entre agrio, dulce y picante), combina bien con todos los ingredientes, pero tendrás que añadir siempre cantidades pequeñas.