domingo, 30 de abril de 2017

Sri Lanka

10 cosas que deberías hacer en Sri Lanka, sin excusas

1. Explorar en bici las ciudades antiguas de Anuradhapura y Polonnaruwa

¡Déjate de guías y ve a tu aire! Las distancias en estas dos ciudades, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, son ideales para que puedas recorrerlas sobre dos ruedas. Además de ahorrar unas rupias (y de hacer algo de ejercicio), podrás parar cuantas veces quieras para maravillarte con espectaculares estupas, templos antiguos y estatuas budistas perfectamente conservadas. No olvides llevar agua contigo o, mejor, párate a hacer una "coco-stop" siempre que puedas, los cocos gigantes de Sri Lanka reviven a cualquier ciclista sediento.

2. Recorrer Sri Lanka en sus trenes

Herencia de la colonización británica, Sri Lanka cuenta con una fabulosa red de trenes que atraviesa gran parte del país. Viajar entre palmerales, arrozales salpicados de estupas blancas e infinitas plantaciones de té escuchando el traqueteo de un tren que ha cambiado poco o nada desde mediados del siglo XIX es algo de lo que no te arrepentirás. Compra el primer billete que veas, encarámate en la puerta o viaja en primera, segunda o tercera clase porque siempre podrás disfrutar de los que están considerados los trayectos ferroviarios más bonitos del mundo. Hazlo de forma diferente y camina por las vías compartiendo sonrisas con los locales que hacen lo mismo que tú.

El tramo que va desde la religiosa ciudad de Kandy hasta la montañosa Ella recorriendo las Tierras Altas y atravesando la niebla que se cierne sobre las plantaciones de té de Ceylán es incomparable a cualquier paisaje que hayas visto antes.

3. Escalar la Roca del León o contemplarla desde la sagrada Pidurangala

Sube unos metros para tener vistas de halcón de casi toda la isla desde Sigiriya, la conocida como Roca del León. La locura de un príncipe envidioso en el siglo V provocó que hiciera de esta montaña su fortaleza palaciega ante la inminente invasión de su hermano, a quien había usurpado el trono y expatriado a India. Escalar siglos de historia no es barato pero podrás tener unas vistas espectaculares de la Gran Roca y todo lo que la rodea desde la vecina montaña de Pidurangala por unas cuantas rupias menos. ¡Venga, no me seas vago y sube las dos! Te garantizo que no te arrepentirás, palabra de viajera.

4. Disfrutar de la naturaleza más salvaje

La fauna de Sri Lanka es una de las más ricas del mundo y no debes dejar de intentar disfrutar de ella en uno de sus parques nacionales. Recorrer los parques de Yala y Minneriya a bordo de un jeep te permitirá ver en libertad a un gran número de aves, elefantes, búfalos de agua, leopardos y hasta al curioso oso negro. Si la vida marina te llama más, navega por las aguas de Mirissa en busca de ballenas y delfines o espera bajo la luna llena en la playa de Rekawa hasta que las gigantes tortugas verdes se acerquen a poner sus huevos...


5. Sentarse a meditar frente a las majestuosas estatuas de Buda

El budismo de la escuela de Theravada es el culto que practican el 70% de los esrilanqueses desde hace más de dos mil años y estoy segura de que las fascinantes estatuas de Buda en Aukana o el complejo de cuatro de ellas en el Gal Vihara en Polonnaruwa dejarán flasheado a más de uno. La tranquilidad de los rostros de estos Budas tallados en la roca unos siglos atrás provocan unas ganas irresistibles de pararse a contemplarlos, fotografiarlos y, ¿por qué no?, meditar sobre la suerte que tienes de estar sumergido en un viaje tan estupendo...

6. Probar el plato estrella, el kothu, o hincharse de fruta en sus mercados

La que llaman la Lágrima de India no es el paraíso gastronómico que su país vecino me parecía adivinar; sin embargo, hay ciertos platos que no debes dejar de saborear cuando el hambre empiece a apretar. Aunque el rice & curry sea difícil de encontrar una vez ha avanzado el día, habrá un kothu roti (o simplemente kothu) para ti a la vuelta de la esquina. Este curioso plato esrilanqués está hecho a base de roti troceado, es decir, de unas tortillas de harina que el cocinero se encarga de partir en mil pedazos ayudado de dos placas metálicas que hacen que ese sonido resuene en los oídos de los viajeros años después de su viaje. El roti se acompaña tradicionalmente de verduras, huevo y algo de carne (normalmente pollo), aunque ya podemos encontrarlos hasta de queso. ¿Y cuánto vale este manjar? ¡Por menos de un euro tienes kothu para rato!

Y si tienes necesidad de vitaminas, no dejes de comprar cuanta fruta quieras en una de sus mercados. Piña, papaya, mango... nunca habías probado una fruta tan sabrosa a unos precios tan estupendos.

7. Abrir la boca de par en par con las cuevas de Dambulla

Las cuevas de Dambulla fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1991 después de más de 2.100 años de historia. Subiendo hacia el templo por unas escaleras rodeadas de monos uno no sabe lo que se va a encontrar y al entrar a la primera de las cinco cuevas del complejo no se puede hacer más que quedar en silencio ante tanta belleza. Éstas están completamente pintadas siguiendo la forma de la roca y contienen más de 160 estatuas de Buda, dioses hindúes y reyes cingaleses. Si quieres que la experiencia sea completamente religiosa, hazme caso y visítalas a primera hora de la mañana o a última de la tarde. Tener tan magno lugar para uno mismo en pleno silencio es algo que deberías intentar hacer cuando estés en Sri Lanka.


8. Llenarse las pupilas de verde en las Tierras Altas

Después de días de altas temperaturas conviene tomarse un respiro en las llamadas Tierras Altas. En la ciudad de Nuwara Eliya las temperaturas rondan los 14º y eso provoca la sensación de estar en un país diferente. Sus edificios coloniales nos lo confirman, parece que nos hemos trasladado a la antigua Inglaterra y el tiempo invita a disfrutar de una taza caliente de uno de los mejores tés del mundo, el aromático té de Ceylán.

Visita una de las fábricas de té (algunas de ellas gratuitas como la de Macwoods Labookelie) y llena tus pupilas del verde intenso de kilómetros infinitos de arbustos salpicados por las recolectoras tamiles que mueven sus dedos a velocidad vertiginosa para recoger las mejores hojas.

9. Perderse entre la multitud en uno de sus coloridos festivales

Intenta que tu viaje coincida en fecha de festivales y alucina con las danzas, los vestidos, los elefantes decorados y la emoción del público cuando comienza la procesión. Durante el Esala Perahera, que se celebra en julio o agosto según el calendario lunar, miles de personas se concentran en la ciudad de Kandy para disfrutar del acontecimiento del año. Una opción igual de interesante es trasladarse hasta la sureña ciudad de Kataragama durante los días anteriores a la luna llena del mes de julio, el día del Esala Poya, cuando se celebra el Kataragama Festival ¡Vive unos días de fiesta junto a felices esrilanqueses!

10. Descansar de todo lo anterior en una de las playas infinitas del Sur del país

Bicicleta, escalada, festivales... todo suena agotador, así que lo mejor que puedes hacer es tirarte a la bartola unos días en una de las playas del sur de Sri Lanka mientras absorbes por la pajita un poco de agua de coco o te tomas unas cuantas Lion, la rica cerveza local. Tangalle, Mirissa, Unawatuna son algunos de los nombres con los que tienes que quedarte para disfrutar de unos rayos de sol pero no dejes de visitar la preciosa ciudad de Galle con sus edificios coloniales, su fuerte holandés y el tan fotografiado faro del siglo XIX para que puedas respirar tranquilo, ¡ya puedes considerarte un esrilanqués más!



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