Es considerada, por unanimidad, como una de las más hermosas ciudades de Europa y de las que mejor conserva su imponente patrimonio histórico. Es Praga, la capital de la República Checa, un destino imprescindible si se quieren conocer los más destacados núcleos urbanos del viejo continente.
El antiguo Ayuntamiento y la plaza de la Ciudad Vieja
Recuerdo que no pude visitar Praga por primera vez hasta 1991, dos años después de la caída del régimen soviético, porque, aunque lo intenté varias veces con anterioridad, nunca conseguí el visado ya que los periodistas estábamos vetados. Fue en la Semana Santa de aquel año, ha transcurrido ya un cuarto de siglo, y no se me olvida que hacía un frío atroz pese a que estábamos a abril, y que llegó a nevar, aunque lamentablemente no pude disfrutar de la nieve ya que no llegó a cuajar.
El barrio de Mala Strana desde el Puente de Carlos
Mi segunda visita a Praga se produjo 17 años más tarde, en octubre de 2008, y esta vez sí, tuve la suerte de disfrutar de un día espléndido, soleado y con una agradable temperatura y unos jardines y parques pletóricos de colores otoñales. De este segundo viaje son las imágenes que se adjuntan. La ciudad ha ganado en belleza con la restauración de sus edificios más relevantes pero los precios se han disparado y ya no es, ni mucho menos, barata para los turistas.
Los colores de otoño en un bosque próximo a Mala Strana
Hay mucho que ver en Praga y lo mejor es patearse por completo toda la zona monumental, pero he concentrado en diez las visitas fundamentales para conocer lo más relevante de la ciudad. Empezamos por el corazón de Praga, que es donde se ubica la primera joya de Praga: la plaza de “Stare Mesto”, la Ciudad Vieja, una zona casi siempre muy concurrida y prácticamente repleta de visitantes en fines de semana y fechas señaladas pese a su gran amplitud.
La Plaza de la Ciudad Vieja es el corazón de Praga
La plaza de la Ciudad Vieja fascina por la belleza y variedad de las fachadas de los edificios, con un conglomerado de viviendas que abarcan múltiples estilos, desde el gótico al neoclásico pasando por el renacentista y el barroco, y alcanzando hasta el modernismo, mostrando con gran fidelidad la evolución de la ciudad a lo largo de los siglos.
Otra imagen de la Plaza de la Ciudad Vieja
La Torre del Reloj es el segundo hito a visitar en Praga. Forma parte del antiguo Ayuntamiento, que está en la misma plaza de la Ciudad Vieja, en una de sus esquinas, un inmueble que se remonta al siglo XIV. Es un lugar que cada cambio de hora provoca una gran concentración de turistas, que acuden para poder contemplar cómo se abren unas ventanillas sobre las esferas de los relojes astronómico y del zodiaco, por las que desfilan Jesús y los Apóstoles, y la muerte en forma de esqueleto, mientras un gallo agita sus alas y canta. El espectáculo es tan popular que prácticamente en cualquier época del año hay que acudir con cierta antelación para poder contemplarlo entre una gran aglomeración.
La Torre del Reloj del antiguo Ayuntamiento
Detalle del popular reloj astronómico de Praga
La visita número tres es el Puente de Carlos, para algunos el lugar más encantador de Praga. Desde la plaza de la Ciudad Vieja hay una caminata de unos 10 minutos que deben efectuarse caminando para poder contemplar la belleza de los edificios durante el recorrido. Con algo más de medio kilómetro de longitud sobre el río Moldava, el puente se completó en 1502. Las esculturas religiosas y estatuas que hoy lo salpican son posteriores y se fueron añadiendo a lo largo de los siglos.
El Puente de Carlos y su torre de acceso
El puente de Carlos, llamado así porque se construyó en tiempos del emperador Carlos IV, destaca por las torres que lo delimitan. En el lado que da a la Ciudad Vieja la torre es una obra maestra del gótico. En el otro extremo son dos las torres, de distinto tamaño y construidas en distintas etapas.
El Puente de Carlos y las torres de acceso desde Mala Strana
El Puente de Carlos está siempre muy concurrido por lo que si lo quieres contemplar con cierta tranquilidad tienes que hacerlo al amanecer o después de medianoche. Recuerdo que en mi primera visita, en fecha tan señalada como Semana Santa, se me ocurre ir al puente cuando por fin sale el sol tras dos días de niebla y aguanieve. Al parecer todos los turistas nos ponemos de acuerdo porque una gran multitud se concentra en el mismo y apenas podemos dar un paso, ¡aquello parece la romería a la Santa Faz!
Un grupo callejero de jazz en el Puente de Carlos
El cuarto punto destacado de Praga es Mala Strana (el Barrio Pequeño), que comienza en la otra orilla del Moldava justo al cruzar el puente de Carlos. Desde el mismo puente hay una preciosa panorámica del barrio ya que se extiende a lo largo de la pendiente de una colina en cuya cima destaca la monumental silueta de la Catedral y el Castillo de Praga.
Panorámica del barrio Mala Strana
Mala Strana, que fue un municipio independiente hasta su anexión con Praga, es hoy un barrio de magníficas casas y grandes edificios, entre los que destacan numerosas iglesias y palacios. Es una zona para patearla y recorrer su monumentales calles como Nerudova, una de las más famosas de Praga por su conjunto de edificios barrocos.
La Catedral y el Castillo dominan el barrio de Mala Strana
El Castillo es el quinto hito de Praga. Aunque se le conoce como tal, no es una fortaleza al uso, ya que su recinto delimitador no está constituido por las típicas murallas sino por grandes construcciones palaciegas. Sólo en uno de sus extremos se aprecian elementos propios de una fortaleza como son dos torres defensivas.
Puerta de entrada al Castillo de Praga
La catedral de San Vito es la visita número seis. Se encuentra dentro del inmenso recinto del Castillo, en lo alto de una colina por lo que su imagen se puede contemplar desde distintos puntos de Praga. Por avatares bélicos y falta de recursos económicos se paralizó durante largos periodos, por lo que su construcción se prolongó durante más de 500 años, ya que se inició en el siglo XIV y no se pudo completar hasta el siglo pasado. Pese a todo, se respetó el proyecto original y muestra un armónico e imponente conjunto de estilo gótico.
La catedral gótica de San Vito
Cerca de la Catedral y dentro del amplio recinto del Castillo se encuentra la visita número 7: el Callejón del Oro. Es una estrecha calle jalonada de pequeñas y coloreadas casas, que parecen hechas para liliputienses y con casi 500 años de historia. El nombre del callejón responde a que durante una época estas casas estuvieron ocupadas por alquimistas y orfebres. Hoy se han habilitado como comercios de productos típicos y regalos.
El Callejón de Oro, antiguas casas de alquimistas
Cambiamos de escenario y nos trasladamos a los aledaños de la Ciudad Vieja para visitar el hito número 8: la plaza de Wenceslao, más parecida a una amplia avenida cerrada en uno de sus extremos por el grandioso Museo Nacional. Aunque es un lugar con destacados edificios incluyendo el modernista hotel Europa, sólo por el carácter simbólico de este lugar es aconsejable su visita, ya que estamos ante el lugar emblemático de la resistencia de los checos contra la dominación soviética.
El modernista hotel Europa, en la plaza de Wenceslao
Junto a la estatua ecuestre del patrón de Bohemia, San Wescelao, prácticamente siempre hay flores y mensajes en recuerdo de las víctimas de la histórica Primavera de Praga, brutalmente reprimida por los tanques del Pacto de Varsovia en 1968.
La plaza de Wenceslao con la estatua ecuestre del santo
En los límites entre la Ciudad Vieja (Stare Mesto) y la nueva (Nove Mesto), se levanta la atracción número 9 de Praga: el Polvorín o la Torre de la Pólvora. Desde la plaza Wenceslao se llega en un corto y agradable paseo por la riqueza arquitectónica de numerosos inmuebles a lo largo del trayecto. Desde la plaza de la Ciudad Vieja apenas hay una distancia de 500 metros. Llamada así porque fue durante un tiempo almacén de explosivos, es de estilo gótico y bellamente decorada en su exterior.
La Torre de la Pólvora
La Torre de la Pólvora está conectada con un curioso, original y llamativo inmueble de comienzos del pasado siglo y destinado a dependencias municipales. De su exterior llama la atención su mosaico del frontón, mientras que del interior destaca su decoración modernista.
Edificio municipal conectado con la Torre de la Pólvora
El recorrido por Praga se completa con la visita número 10: el Barrio Judío (Josefov). También muy cercano a la Ciudad Vieja, este barrio destaca especialmente por su cementerio y sus sinagogas. La falta de espacio provocó que las tumbas y las lápidas se amontonaran unas sobre otras, calculándose que son más de 10.000 los enterramientos existentes en más de diez niveles, en este pequeño camposanto que se vino utilizando hasta el siglo XVIII.
Lapidas del Cementerio Judio
El cementerio judío se completa con una sólida y robusta edificación neorrománica, la Sala de Ceremonias de Enterramientos, construida a comienzos del siglo XX, y que ha sido habilitada como museo de manuscritos e impresos hebreos. Para visitar el cementerio y la Sala de Ceremonias hay que pagar, como sucede con varias de las visitas de Praga, aunque en este caso los 17 euros que cobran es un coste exagerado, por lo que aconsejo verlo desde el exterior, desde donde se pueden sacar imágenes más que aceptables como la que aparece arriba con las lápidas. El resto de tarifas para visitar los museos o palacios de Praga son más asequibles.
Sala de Ceremonias del Cementerio Judio
Es una pena que desde Alicante no haya vuelo directo a Praga, por lo que es obligado hacer una escala. Así y todo, se pueden conseguir tarifas por menos de 200 euros vía Madrid o Ámsterdam siempre que no sea temporada alta.
Panorámica parcial de Praga
En cuanto al alojamiento, puedes conseguir una tarifa que no llega a 50 euros por un hotel céntrico de entre 3 y 4 estrellas. Si por el contrario tienes que viajar en temporada alta, como Semana Santa, deberás pagar el doble o más, y además, te encontrarás la ciudad hasta los topes y con los restaurantes al completo. En cualquier caso, nunca se puede presumir de conocer lo mejor de Europa si antes no se visita está imponente ciudad.
Praga es conocida como la ciudad de las 100 cúpulas